López Neiro: convencer, ante todo

Por Manuel Martínez, “el Pecas”

Tuve la suerte de conocerlo primero como compañero de trabajo. Personalmente destacaba su sencillez en el trato con todo el personal de la empresa AEG. Sus fuertes convicciones en la defensa de los intereses de los trabajadores y su compromiso a lo largo de una década nunca variaron.

Para comprender el alcance de estas afirmaciones, empezaré poniendo de manifiesto el sindicato imperante, la CNS, el denominado Sindicato Vertical oficial, inspirado en el modelo fascista italiano. El régimen franquista se encargaba de controlar y vigilar a los representantes sindicales, mayoritariamente adictos a la dictadura feroz.

José López Neiro fue de los primeros en el compromiso de luchar contra esta situación, a la cual nos fuimos sumando hombres y mujeres dispuestos a cambiar el rumbo. Es cierto que en un principio las principales reivindicaciones giraban en torno en conseguir mejoras de carácter salarial en la empresa, pero cuando tuvimos la oportunidad de librar la batalla contra los hombres de paja, presentándonos de forma organizada a las elecciones sindicales, nuestra candidatura consiguió un éxito total. José López Neiro fue el compañero más votado. Obtuvo el apoyo de mil trescientos votos de los trabajadores de la «Electra», posteriormente AEG. Se puso en marcha el necesario cambio sindical. Las CCOO obtuvieron el apoyo de la inmensa mayoría de cargos electos: suponía el principio del fin del odioso Sindicato Vertical.

La lucha de los trabajadores en las grandes y medianas empresas supuso un avance en la conquista de las libertades sindicales. Se desarrolló la fuerza necesaria para terminar con la negra existencia de un sindicalismo vertical que había secuestrado durante décadas el legítimo derecho de los trabajadores de disponer de la principal arma para defender sus derechos. En Terrassa se consolidó el avance del sindicalismo de clase, con gran influencia de las CCOO en los ramos del metal, construcción, etc.

El perfil sindicalista de José López Neiro quedaría incompleto si no añadiese su particular forma de intervenir en las asambleas que periódicamente se realizaban. Su gran humanidad le llevaba a decir y a defender frente a las voces discrepantes de los acuerdos votados por mayoría: el deber nuestro es siempre convencer, intentando sumar siempre, con razonamientos claros y sencillos. Nunca le oímos pronunciar ninguna palabra de ofensa contra nadie. Su divisa en la lucha fue convencer. Vencer no tenía para él tanta importancia. José López Neiro era un buen maestro en estas artes. Su ejemplo resultó siempre positivo; creo no equivocarme si digo incluso que era así para sus detractores –si es que los hubo–, que fueron siempre muy respetuosos hacia su persona.

Los únicos que no lo respetaron, tanto a él como a otros muchos, fueron los guardianes  de la dictadura, la mal llamada policía (político-social), especializada en reprimir a veces salvajemente a todo lo que se moviera contra la dictadura y el capital. No a todos los grandes y medianos empresarios les interesaba continuar alineándose con la dictadura, de todas formas. Algunos de ellos presentaban claros indicios de apostar por un marco de relaciones más acorde con los vientos que soplaban de Europa, es decir, tímidos posicionamientos en favor de una salida más democrática que acabara con el pleno reconocimiento de libertad de partidos políticos. Un marco donde fuese posible poner en marcha una nueva realidad de libertades políticas, sindicales y de todo tipo.

Hombres, mujeres, jóvenes y mayores debemos gran parte de estas conquistas a un gran número de personas que, como José López Neiro, condujeron con su lucha constante al fin de la dictadura.

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